"Volvimos a tener un espacio de encuentro con Eva Bach, en esta ocasión primó lo práctico sobre lo teórico.
Cabría decir
que una de las primeras ideas a resaltar
del proceso de trabajo con Eva es; Que es preciso tener una visión positiva de
la adolescencia, e incluso de la propia adolescencia, para acompañar de forma
saludable en este periodo de la vida.
Etapa la adolescencia
de dualidades que han de ir armonizándose individualmente en medio de distintas
turbulencias (las de la adolescencia como etapa, las del contexto, y las del
sistema familiar del que cada uno formamos parte).
Etapa que
deberíamos saber contarles de forma positiva, considerada, abierta, empleando
palabras fuerza (con magia que abren puertas y mueven montañas), retornando sus
palabras retocadas.
Nos dio
tiempo de recordarnos algunas expresiones que en el diálogo con ellos y ellas
pueden ser de utilidad: “si quieres y puedes creo que puede ser bueno”, “¿tiene
esto sentido para ti?” “¿te sirve, te dice algo?”, “a lo mejor lo que te pido
no lo puedes hacer nunca”, “no podré hacer mucho si tu no quieres."
Hablamos de
los adultos (que acompañan adolescentes), y surgió una idea que nos recordaba
que no convenía que fuéramos ni “quitanieves” (por delante quitando
impedimentos), ni “helicópteros”
(sobrevolando siempre por encima). Que en ocasiones era preciso estar
“con el corazón roto esperando que se la pegue”, ya que existía la posibilidad
de que no se la diera. En todo caso importantísimo aprender a levantarse y
suceda lo que suceda “yo estaré por ahí”.
Para terminar
esta reseña de 10 horas de intenso trabajo, en la que resulta imposible
trasladar las sensaciones vividas, algunas ideas sobre las que pensar.
La necesidad
de tratar de llevar la responsabilidad a
sus manos, nadie puede cargar con la adultez de otros.
La
conveniencia de ayudar a mirar, leer, e interpretar de un modo mas amable,
digerible, potenciador la historia personal, la vida vivida. Que podamos contarnos una historia reparadora, rindiéndose
ante lo que uno no puede cambiar.
La
importancia de las metáforas, y de lo
simbólico, para afrontar situaciones y conflictos.
El peso de lo
no dicho, de los secretos que no se nombran. En ocasiones los hijos toman lo
que los padres no pueden expresar. Es preciso liberar a los descendientes de lo nuestro (de lo de los padres,
abuelos,…).
No se puede
trabajar con la demanda de un ausente.
Para concluir
y en relación a la ayuda convendría no perder de vista que “no se
puede dar ayuda al que no la pide o no la quiere”, y “solo se puede dar lo que el otro puede
tomar”.
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Desde FAIM dar las gracias a Eva y a todos los participantes en el taller. |
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