10/12/15

Las dificultades de las familias adoptantes en el Observatorio de Violencia Intrafamiliar

El Observatorio de Violencia Intrafamiliar ha dado un paso más en la búsqueda de respuestas a las problemáticas que tienen que ver con la violencia intrafamiliar. En su última reunión, profundizó en el perfil de los chicos y chicas adoptados y en las situaciones específicas se que producen en la familias adoptantes.

El psicólogo y coordinador del área de acogimiento y adopción de Agintzari, Alberto Rodríguez, ofreció a los participantes su experiencia con una charla abierta cuyo título, “Comprendiendo al adolescente adoptado: las conductas de riesgo como estrategias de búsqueda de seguridad”, resumía la línea argumental de su trabajo.

La primera idea que podemos señalar es que la adopción no es una categoría en la que debamos clasificar a las personas aunque sí tiene una característica, y es la situación de abandono que ha vivido la persona adoptada. La vivencia de este abandono puede tener unas consecuencias a lo largo de la vida de las personas y que tienen que ver con la búsqueda de seguridad; “Hay un miedo intrínseco, permanente, que no desaparece”, señalaba Alberto Rodríguez en referencia al miedo al abandono.

A esta característica se suman las propias de la adolescencia, la condición adoptiva y la diferencia. En opinión de Rodríguez, la vivencia de esta última “es la peor porque los chicos y chicas quieren ser como los demás y a veces no pueden porque sus rasgos físicos evidencian `que no son de aquí´”. Por otra parte, en la relación con la familia adoptante se dan unas fases que corresponden con la adaptación (una fase de un año de duración en la que la relación se idealiza), la fase de transferencia y repetición de conflictos (los chicos y chicas tienen que sacar sus problemas todo lo posible, puede durar años) y la fase de regresión y de construcción de las relaciones.


En cuanto a los problemas de convivencia y violencia que pueden producirse, Alberto Rodríguez señalaba que el enfado o la violencia surgen como medio para no manifestar el miedo al abandono y que, precisamente se activan contra las personas a quienes se teme perder. Por otra parte, Rodríguez introducía el concepto de “mecanismo de escisión mental”, un proceso de pensamiento por el que los chavales no tienen una visión intermedia de sus vivencias y por el que consideran que toda persona que pone un límite es considerada como “mala” y los “buenos” son quienes no ponen límite. Por eso el experto propone que en sus relaciones (familia, centro educativo….) haya personas que siempre ejerzan el papel de “bueno” y otras de “malo”; “las soluciones tienen que venir de esta división”.

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